La manera en la que se fijan los precios en la mayoría de los negocios es un proceso simple. La empresa productora manda el producto a la tienda, y ésta la vende al consumidor final. Aquí, el precio normalmente se fija a partir del costo de producción (más el margen que gana la empresa). De hecho, en algunos casos, la empresa productora suele dar un precio sugerido a la tienda para que ésta asegure un margen de ganancia determinado.
En los medicamentos de farmacia la historia es otra. Para fijar los precios se deben tomar en cuenta varios factores y las relaciones entre ellos. Tomemos el ejemplo de cómo funciona en Estados Unidos, donde son las aseguradoras quienes usualmente, dicen, tienen que incrementar sus primas para poder pagar por los tratamientos. Y donde por años ha habido quejas en contra de este sistema, como se muestra en este video de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez de apenas un par de semanas atrás.
Recuerda que se trata de un producto de primera necesidad y para el que los laboratorios, muchas veces con ayuda de los gobiernos, han invertido millones de dólares para su desarrollo. Pero, ¿no debería tener otras reglas de pricing justamente porque se trata de productos de primera necesidad? ¿Cómo se puede garantizar el acceso a la salud universal si los laboratorios, aparentemente, buscan exclusivamente sus ganancias?
La cadena desde la producción hasta el consumidor
En primer lugar, tenemos a la empresa farmacéutica o laboratorio. Su rol es obvio: crear el medicamento y ponerle un precio de lista. Después, mayoristas (distribuidores) venden los medicamentos a las farmacias. Por último, éstas la venden al paciente. Cuando el paciente paga su medicamento, la farmacia envía la cuenta al seguro del paciente, si es el caso.
En este sentido, el procedimiento parece el mismo que en cualquier otro negocio, pero el precio que el consumidor termina pagando no depende solo de estos factores. Es decir, el precio final no es el que determina o sugiere la empresa farmacéutica que creó el medicamento. Y no está basado en su costo de producción, sino, generalmente en el margen por el que podría venderse. Es decir, si hay tal demanda por este producto y la gente está dispuesta a pagar tantos miles de dólares por él, “¿subámosle el precio? Perderemos algunos clientes, pero al final ganaremos más dinero.”
¿Qué son los Pharmacy benefit managers?
En el modelo estadounidense de farmacias y medicamentos, pharmacy benefit managers o PBM son empresas que trabajan para los seguros. Su trabajo consiste en reducir el precio de los medicamentos para que los seguros paguen menos cuando las farmacias les envían la cuenta. Son un intermediario que, según el volumen de requisiciones que tenga ante el laboratorio, puede o no conseguir un menor precio.
Se encarga de negociar rebajas y descuentos directamente con las empresas farmacéuticas. En el proceso, se queda con una comisión, obviamente. Casi por cada medicamento que el laboratorio vende, paga una porción a los PBM, éstos se quedan con una parte de ese pago, y lo demás se va directamente a los seguros.
Pero, ¿por qué la empresa farmacéutica debe pagar a los PBM? Aquí entra otro factor: la lista de medicamentos que los seguros pueden pagar. Esta lista se divide en rangos; en los más altos, los seguros pagan la mayor parte del medicamento, mientras que el paciente paga un porción menor. En cambio, en los rangos más bajos, son los pacientes los que terminan pagando la mayor parte.
Cuando una empresa farmacéutica paga a los PBM, éstos aseguran que la empresa quede en los rangos más altos de la lista. Como aquí el pago del paciente es menor, son los medicamentos más atractivos y los que se venden más. Por todo esto, la farmacéutica tiene un incentivo de pagarle al PBM. Mientras más altos sean los pagos al PBM, la empresa se coloca en una mejor posición. Ya sabes, así buscan que “se mueva” más el producto que les hace ganar mayor margen.
¿Dónde quedó el paciente?
Al principio son las empresas farmacéuticas las que proponen un precio para un medicamento. Pero cuando tomamos en cuenta el pago que deben hacer a los PBM para asegurar un mejor puesto en la lista, es obvio que el precio aumentará. Si el medicamento cuesta 100 dólares, y además deben hacer un pago de 50 dólares, el precio final para el paciente, a través de su seguro, será de 150 dólares.
Por ejemplo, el medicamento Humalog pasó de venderse de 391 dólares en 2013 a 594 dólares en 2018. En cambio, de acuerdo con la empresa que produce el medicamento, lo que ellos ganan por cada venta bajó de 147 a 135 dólares en el mismo tiempo. Al final, las empresas deben aumentar los precios para asegurar sus ganancias, mientras que los precios para el paciente aumentan.
Hasta aquí la ingerencia del gobierno estadounidense es menor: quizá ayudó a fondear alguna investigación para desarrollar tal medicamento, trata de evitar monopolios y prácticas prohibidas de pricing. Pero estas medidas son prácticamente las mismas que implementa ante cualquier otro mercado. Aquí estamos hablando de salud pública, el derecho universal a la salud y de gente que muere por no poder pagar el medicamento que necesita para sobrevivir.
En este video del WSJ explican (en inglés) cómo funcionan los precios. Llama la atención la poca ingerencia del gobierno y lo complejo del sistema con los Pharmacy Benefit Managers.
¿Cómo nos afectan estos precios en México?
En nuestro país, como en todas las compañías que necesitan ser sustentables, el costo de la investigación se desplaza al precio final. Es decir, los medicamentos, en principio, le cuestan más al paciente de lo que le costó producirlo al laboratorio. Hasta aquí, todo bien. Se entiende que gran parte de lo que cobran los laboratorios proviene de experimentos fallidos para lograr el medicamento final. Se estima que por cada molécula que llega a patentarse para crear un medicamento, 10,000 se pierden en investigaciones que no llegan a nada. Por todos estos esfuerzos perdidos, las empresas suelen cobrar más en el precio final.
Sin embargo, muchos medicamentos que llegan a México vienen del extranjero. Además de los precios que proponen las empresas, también se debe utilizar un promedio internacional. Esto significa que lo que pasa con los medicamentos estadounidenses puede tener un impacto en los precios de medicamentos de farmacia en nuestro país.